Bienvenidos al Casar, un pueblo situado a 9 kilómetros de la ciudad de Cáceres. Con población cercana a los 5.000 habitantes, tiene una superficie aproximada de 130 kilómetros cuadrados. Los orígenes de esta aldea son todavía desconocidos, pero sabemos que poblaciones indígenas ocuparon la región. Se conservan restos de la Edad de Bronce y estelas funerarias prerromanas.
Aún se recogen restos de la antigua calzada romana “iter ab Emerita Asturicam” que atraviesa la población. Este mismo camino sería Cañada Real Soriano-Occidental, Camino Real de Santiago después y actualmente Calle Larga, el eje que vertebra el plano urbanístico de la población.
Comúnmente a esta calzada se la conoce como Vía de la Plata, aunque esta denominación es consecuencia de una confusión fonética. En época Andalusí se la denominaba Al-balaṭa, que significa azulejos o baldosa grande. Es posible que esa pronunciación llevó a que la gente transfiriera el sonido al del preciado metal.
Casar de Cáceres era el pueblo de mi abuelo Aniceto Rey, que se casó con mi abuela Carmen Hurtado, original de Garrovillas de Alconétar (este último merece otro post). Desde la infancia he visitado frecuentemente mi pueblo, aunque lamentablemente cada vez menos. Cuando echo la vista atrás, recuerdo los paseos alrededor de La Charca con mis abuelos y las tardes jugando con Las Cañoninas en la calle Paredes.
Mi pueblo es característico por sus cigüeñas en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, por la Torta del Casar (que sale de la leche de oveja merina) y por las tencas de su charca. También el folklore casareño se mantiene. Entre las celebraciones más conocidas reseño las procesiones comunes de Semana Santa por la participación exclusiva por sexos y las fiestas del Ramo que se celebran el primer domingo de septiembre.
La patrona del pueblo es la Virgen del Prado. Se dice que hacia 1174, se produjo una ofensiva entre cristianos y almohades. El emir Yusuf Abu Jacob estaba decidido a restaurar el poderío musulmán en nuestra Península y lo hizo hasta el Tajo, atacando Cáceres. Cuentan que en el fragor de una batalla, una dama vestida de blanco y azul ayudó en la distancia a los cristianos suministrándoles agua de un pozo cercano. Tras la victoria, el maestre Pedro Fernández Hurtado quiso agradecer el gesto en persona a la mujer, pero no apareció nunca. Todos se convencieron de que la fémina era la mismísima Virgen y levantaron una ermita en su honor. Al pozo se le llamó "Pozo de la Virgen", y alguien esculpió una imagen, que se llamó Virgen del Prado.
La casa de los Rey está formada por un corral (donde antes se encontraba el pozo y el establo), habitaciones amplias, un largo pasillo que recorre la casa desde el salón hasta la cocina y dos plantas. Lo más bello son las bóvedas semicirculares que otorgan esa nota rústica al salón y que tanto costó conservar. La humedad de estas casas es imposible de combatir y siempre encuentra un lugar por donde arañar las paredes, como si consiguiese trepar por ellas.
Cuando viajamos al pueblo es costumbre barrer, nada más entrar, los pedacitos de pintura blanca que se han desprendido durante el invierno por culpa de la humedad. También aireamos el ambiente cargado de sus rincones y devolvemos la vida que antes bullía entre sus paredes.
La casa ha sido reformada por mi tío Alejandro, su mujer Lourdes y mi madre. Ahora es mucho más confortable y han conseguido conservar no sólo la esencia del hogar, sino los recuerdos de su infancia.
Al anochecer, después de dos demoledores días limpiando y tras una suculenta cena de lomo y queso, mi madre y yo salimos a recorrer el pueblo. Encontramos este precioso paisaje con el sol poniéndose sobre La Charca. No tiene desperdicio. Otro día también encontramos a los pescadores intentando sorprender a las tímidas tencas, típicas de la región extremeña.
Quien visite la Comunidad de Extremadura, no puedo perderse sus productos culinarios más deliciosos como el jamón de bellota, el lomo y el queso. En especial, la torta del Casar que es de denominación de origen y el queso de cabra de la zona de los Ibores. Entre sus vinos mas famosos, están los de Pitarra y sobre todo los vinos de Almendralejo.
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