Homs es una ciudad sitiada. Las fuerzas de seguridad y los shabiha (los sicarios del régimen) han establecido decenas de chekpoints que separan unos barrios de otros y lo que antes era un trayecto sencillo de diez minutos se ha convertido en un laberinto entramado de calles por las que sólo se aventuran las personas con verdadera necesidad.
Salir a la calle se ha convertido en una misión imposible. Para cerciorarse de cuando y cómo pueden atravesar esa ciudad que parece en estado de sitio se llaman unos a otros para informar donde se encuentran los checkpoints y hacia donde deben dirigirse para no encontrarse con ellos. La última persona que conozco que ha logrado salir de Homs lloró de emoción porque pensó que no lo conseguiría.
Las historias que nos llegan de Homs son tan terroríficas como las películas gore, pero como no puedo demostrar su autenticidad, las omitiré. Se dice que los manifestantes y los activistas se han hecho fuertes y ahora los shabiha se lo piensan dos veces antes de matar impunemente. Por eso, ahora nunca van solos. Las fuerzas de seguridad los acompañan siempre. Los últimos barrios que han sido acordonados son los de #AlKaldiyeh y
#AlQosoor es mi barrio. Como los periodistas tienen prohibida la entrada al país para reportar lo que está ocurriendo, la información llega gracias a la valentía de unos pocos que se arriesgan a grabar con su cámara de movil y colgar los videos en youtube. Este video, por ejemplo, es de hace dos días. Las fuerzas de seguridad y los shabiha están apostados en una calle conocida como “tariq xam” o también “Cornes”. La reconozco porque es donde todos los días cogía el autobús para ir a la universidad “Al Bath” (nombre del partido del régimen) y ahora conocida por los manifestantes como “Universidad de Jaled Ibn Walid (personaje considerado un héroe porque introdujo el Islam en Siria y cuyo cuerpo está enterrado en Homs). La persona que habla cuenta que han cortado las comunicaciones y la electricidad.
Las fuentes recurrentes para informarse son los grupos de coordinación local, en concreto esta página de facebook (en árabe ). También hace una buena cobertura de Homs Dima Moussa, que sin estar viviendo allí suele enlazar videos de las manifestaciones o de la presenca del ejército en las calles e informar de las últimas conversaciones con amigos que siguen dentro. Sus tweets son a veces informativos, como este:
Existen muchos frentes en los que luchar y los activistas sirios lo saben. Uno de ellos es, como habéis podido apreciar, la “guerra de nombres”. Quizá en las calles todavía no se utilizan, pero en Internet son más las voces que se alzan para renombrar lugares que habían sido apropiados por el régimen. Ahora las calles, que antes se llamaban Brazil o Hamrá, se conocen por los nombres de las víctimas que han sido asesinadas allí. Al igual que la universidad, que ha pasado de representar al régimen para representar las verdaderas aspiraciones de los homsis. En este sentido, Internet es una especie de baúl donde se guardan los conceptos simbólicos de un pueblo reprimido con extrema violencia, un baúl donde se esconden, como objetos preciosos y de gran estima, las palabras que formarán un día el imaginario colectivo del pueblo sirio en libertad.
Pero ahora, los homsis viven atemorizados. Hombres, mujeres y niños se levantan cada día y se acuestan con el ruido ensordecedor de las balas y las bombas. Las familias pasan el día entero en sus casas, rezando para que el ejército no entre en sus casas y detengan a sus maridos o a sus hijos. El terror, que antes parecía invisible pero del que todos éramos conscientes, se ha hecho tan presente como respirar. Hablar con mi familia es informarse no con las palabras sino con los silencios, quizá mucho más ilustrativos.
Los niños van poco a las escuelas y si lo hacen es bajo amenaza. Hacer huelgas, un acto tan pacífico como cerrar un local de negocio, también se ha vuelto peligroso cuyas consecuencias a corto plazo intimidan a la población. El régimen y su maquinaria propagandística sigue girando y parece no detenerse ante nada. Hoy en Damasco hay programada una manifestación multitudinaria a favor del régimen en la que participan funcionarios y estudiantes que se ven obligados a asistir por miedo a perder su trabajo o no ser admitidos a los exámenes finales de bachiller, como muestra este video grabado después en el que los propios manifestantes dicen que "Bashar al Asad no les representa".
Autobuses llenos de personas tanto afines o no al régimen han llenado las calles de la capital, no tan castigada como otras ciudades como Daraa, Hama o Homs donde cada vez es más difícil aparentar normalidad, ciudades que mantienen un pulso al régimen cada vez más difícil de soportar.
Pero no sólo dentro de Siria, el régimen también ha comenzado a organizar a sus embajadas en el extranjero para preparar manifestaciones a favor de Bashar, a pesar de que cada vez se encuentra más aislado y ya no goza del apoyo incondicional y privilegiado de los sirios en el exterior como antaño.
Se ha hablado de sectarismo en Homs, pero esta palabra no es, ni mucho menos, la mejor manera de explicar lo que está ocurriendo. Después de siete meses de protestas pacíficas, de vivir bajo la represión brutal, el miedo y la sensación de impunidad, desembocar en la lucha armada se ha convertido casi en una necesidad para evitar esta carnicería. Lamento que los acontecimientos vayan encaminados hacia la violencia pero no quedan muchas alternativas para evitar más detenciones, torturas y asesinatos.
A pesar de todo, es dar un motivo al régimen para que siga privando de los derechos más básicos al pueblo sirio -incluso el más preciado de todos, el de la vida- y por tanto, un empeoramiento de la situación a medio plazo. Sigo defendiendo que sólo los métodos no violentos asentarán las bases de una verdadera unidad nacional, pero cada vida que se pierde supone un aumento del odio y un paso hacia atrás para esa deseada unidad.
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